Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 20 de junio de 2023

¿Por qué san Juan Bautista se celebra el 24 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano?


¿Por qué el nacimiento de san Juan Bautista se celebra el 24 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano? Por un motivo simbólico con raíces bíblicas, que vamos a explicar en esta entrada. 

Según una tradición judía, Dios creó a Adán el 25 de marzo, que para los judíos, era el inicio de la primavera y el inicio del año hebreo, que coincidía con la Pascua según el libro del Éxodo (12,2). En la misma fecha habrían tenido lugar los principales acontecimientos de la historia de Israel, por lo que también en esa fecha se esperaba la manifestación del mesías, como se puede ver en el tratado hebreo de “Rosh Hashanah”: 

«El mundo fue creado en el mes de Nisán y en Pascua nacieron los patriarcas, al inicio del año Sara, Raquel y Ana recibieron la visita de mensajeros celestes, José salió de la prisión, cesó la esclavitud de nuestros padres en Egipto; y en el mes de Nisán llegará la redención futura».

Hoy estos razonamientos pueden resultar extraños, pero para la tradición judía son muy importantes, porque manifiestan la unidad de toda la historia de la salvación, en la que la creación, la alianza y la redención final son distintas etapas del eterno proyecto de Dios. 

De hecho, hasta el presente, los israelitas celebran cuatro noches en la Pascua: la de la creación, la de la alianza con Abrahán, la de la salida de Egipto y la de la futura venida del mesías. Por este motivo, desde antiguo, los Padres de la Iglesia pusieron en relación la creación del mundo, la concepción de Cristo y su muerte redentora.

Si Jesús fue concebido el 25 de marzo, que coincide con el equinoccio de primavera (es decir, que ese día tiene las mismas horas de luz solar que de oscuridad), nació a los nueve meses, el 25 de diciembre, día del solsticio de invierno (la noche más larga y el día más corto). 

Por su parte, Juan Bautista nació seis meses antes (cf. Lc 1,26), por lo que fue concebido el 24 de septiembre, en el equinoccio de otoño (el otro día del año que tiene las mismas horas de luz solar que de oscuridad) y nacido el 24 de junio, en el solsticio de verano (el día más largo y la noche más corta). 

Si el nacimiento de Jesucristo se celebra el 25 de diciembre, ¿Por qué el nacimiento de san Juan no se celebra el 25 de junio? Por la distinta manera de contar antiguamente: el 25 de diciembre eran las VIII ante Kalendas de enero (ya que diciembre tiene 31 días) y el 24 de junio eran las VIII ante Kalendas de julio (ya que junio tiene 30 días).

De esta manera queda subrayado que Cristo es la luz del mundo. San Agustín, comentando la frase del Bautista «Es necesario que él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30), hace notar el significado místico del texto, que se cumple al nacer san Juan en el momento en que los días disminuyen y al nacer Jesús cuando los días comienzan a alargar, dando a entender que la misión del Bautista habría de terminar cuando comenzara la del Señor. De esta manera, los Padres interpretaban que Cristo da sentido a toda la Creación (cf. Col 2,10).

Profundicemos un poco más en este argumento. El solsticio no depende de la distancia de la tierra respecto al sol, sino de la inclinación de su eje. Por decirlo lo más sencillamente posible, como la tierra además de girar alrededor del sol rota sobre sí misma, cuando el Polo Norte está más inclinado hacia el sol, el hemisferio norte recibe los rayos del sol más directos y durante más horas y el hemisferio sur recibe sus rayos durante menos horas y con una inclinación mayor, por lo que calientan menos. Esto se nota menos en las zonas del ecuador de la tierra, donde las horas de luz solar y las temperaturas permanecen casi iguales durante todo el año.

Tanto el judaísmo como el cristianismo surgieron en el hemisferio norte (en los territorios que hoy pertenecen a Israel, Líbano, Egipto, Turquía, Grecia, Italia...), en un ambiente rural, que daba mucha importancia al sucederse de las estaciones agrícolas. Por eso unieron sus fiestas religiosas a determinadas fechas del calendario.

Ya hemos indicado que el solsticio de verano es el día más largo del año. Parece que toda la naturaleza está en la plenitud, pero comienza un proceso imparable de decadencia, al principio imperceptible, en el que los días comienzan a decrecer y los campos entran en un periodo de descanso después de haber ofrecido sus frutos. En este día celebramos el nacimiento de san Juan Bautista, que tiene que disminuir para que Cristo crezca, como él mismo afirmó.

El solsticio de invierno es el día más corto del año. Pero a partir de entonces los días comienzan a alargarse, al principio de manera casi imperceptible, sin que nadie pueda hacer nada por detener el proceso, como la semilla que el sembrador depositó en el campo y que germina lentamente bajo la tierra. Ese día celebramos el nacimiento de Cristo, "sol que nace de lo alto", que viene a librarnos de las tinieblas. 

Cuando surgió el cristianismo se usaba el calendario juliano y el solsticio era el 25. En nuestros días, el solsticio es el 21 porque seguimos el calendario gregoriano, que es una adaptación del año 1582.

Así, Cristo se manifiesta como Señor del tiempo y de la historia. A él la gloria por la eternidad. Amén.

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