Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 15 de marzo de 2024

Se acerca la hora de Jesús (Jn 12,20-33). Domingo 5 de Cuaresma, ciclo b


El evangelio de la misa del quinto domingo de Cuaresma, ciclo "c" (Jn 12,20-33), en el que unos griegos afirman que quieren ver a Jesús, habla por tres veces de "la hora" de Jesús y otras tres usa el adverbio temporal "ahora".

En realidad, todo el evangelio según san Juan habla de "la hora" de Jesús: el momento de su manifestación, el momento de su glorificación, el momento de la salvación de los hombres, el momento definitivo hacia el que camina toda la historia de la salvación. Todo esto coincide con la hora de su muerte.

Ya se dio un anticipo de esa hora en Caná de Galilea, cuando Jesús transformó el agua en vino. Entonces dijo "aún no ha llegado mi hora", pero ante la petición de su madre, realizó un signo que fue anticipo y anuncio de esa hora definitiva.

Cuando le dicen que quieren matarle, él afirma que "aún no ha llegado mi hora", pero en cierto momento él era plenamente consciente de que su momento había llegado: "Llegada la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo".

A punto de acabar su vida terrena, cuando nosotros nos disponemos para celebrar la Semana Santa, el evangelista nos dice que esa hora de la manifestación de Jesús, de su amor hasta las últimas consecuencias, de su entrega por nosotros, ha llegado ya, que esa salvación que esperamos es "ahora", hoy: «Ha llegado la hora ... para esta hora he venido».

Y yo, ¿la acogeré de verdad? ¿o la seguiré aplazando para mañana?

Señor Jesús, mi Dios y mi hermano, mi Señor y mi siervo, quiero acogerte en mi vida, quiero pertenecerte por completo, quiero amarte hasta las últimas consecuencias. Por favor, transforma mis deseos en realidad.

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