Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 8 de diciembre de 2022

Alégrate, llena de gracia


El ángel Gabriel saludó a María llamándola «llena de gracia». Esto es lo que celebramos hoy: que María fue preparada por Dios para una misión única y singular, llenándola de su gracia desde el primer instante de su concepción.

La palabra usada en el texto original es «Kejaritomene». La traducción no es fácil, porque la forma verbal usada en el texto griego (participio perfecto) hace referencia a un estado que no corresponde a la naturaleza, sino que se posee porque se ha llegado a él, se ha alcanzado («llena de gracia porque te han llenado de gracia») que, además, es un pasivo teológico; es decir, no se dice el sujeto agente, pero queda supuesto que es Dios («llena de gracia porque has sido llenada de gracia por Dios»). 

De hecho, el ángel insistirá más adelante: «has hallado gracia ante Dios; Dios te ha agraciado» (Lc 1,30). María es, pues, la mujer que Dios escoge y prepara con su gracia, con su Espíritu, para una misión concreta: ser la madre de su Hijo. 

«Agraciada» o «Llenada de gracia por Dios» es el nombre con el que el ángel se dirige a María, así como Simón es llamado «Piedra» (Mt 16,18) o Gedeón «Guerrero de valor» (Jc 6,12). 

El nombre que define a María es este: «Llenada de gracia por Dios»; preparada por Dios para realizar una misión. María ha sido llenada del Espíritu de Dios (la Gracia) para que pueda realizar lo que el ángel le anuncia.

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