Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 27 de mayo de 2013

Entrevista a una carmelita descalza


La hermana Gema nació en Algemesí (Valencia) en 1970. Tiene estudios de Música y Farmacia. En 1991, entró en el monasterio de Carmelitas Descalzas de Puzol (Valencia), del que ha sido priora y formadora. En el día de la Jornada Pro Orantibus, reivindica su vocación de "contemplativa en la acción", porque "lo espiritual es lo más humano que hay en nosotros".


¿Sigue teniendo sentido hoy buscar la espiritualidad y vivir la contemplación? ¿No han pasado de moda las monjas de clausura?

Tienen sentido ambas cosas porque forman parte de lo que nos constituye como seres humanos. Lo espiritual no es un añadido a la vida, forma parte de ella, de lo mejor de ella. En definitiva, lo espiritual es lo más humano que hay en nosotros.
No sé si alguna vez han estado de moda las "monjas de clausura", si ahora no lo están me parece positivo... porque, en todo caso, somos monjas contemplativas, no nos define la clausura sino la experiencia contemplativa y eso no tiene fecha de caducidad ni depende de las modas.

¿Qué dice, qué significa un monasterio hoy y para la gente de hoy?

Un monasterio, allá donde está, quiere ser una célula viva que colabora con su entorno: somos un grupo de personas que vive de su trabajo, que crea un espacio propio, y abierto a los demás, en el que compartir amistad, el silencio y la oración, inquietudes culturales, que ayuda en lo posible a las gentes que les rodean, y lleva una vida sencilla y sobria... así nos sumamos a cuantos trabajan por hacer de este mundo un lugar mejor para todos.
Todo ello desde la búsqueda de Dios y el seguimiento de Jesús, porque esa es la experiencia que origina, sostiene y atraviesa lo que somos.

¿Cómo se mira el dolor de la gente en época de crisis desde el refugio de un convento?

Miramos desde el amor el dolor del mundo, intentamos mirar con los ojos de Dios. Con ojos abiertos porque ya decía Juan de la Cruz que contemplar es abrir los ojos con advertencia de amor. Y abrir los ojos significa comprender el sufrimiento, hacerse cargo de él, acompañar a las personas y mantener la esperanza y la confianza. Significa escuchar y permanecer.
Por otro lado, el convento no es un refugio. El único refugio que existe es el de quien elige aislarse y mirar hacia otra parte, cosa imposible para quien vive con Dios.

¿Qué es rezar?

Con Teresa de Jesús, es muy sencillo responder: orar es tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama. Por tanto, orar será bendecir y agradecer, esperar y buscar a Dios. Será reconocerle en toda parte y alegrarse con Él. Será también permanecer junto a Él en los mil Getsemanís del mundo y saber estar donde apenas se le puede reconocer.
Orar es vivir en amistad con Dios.

¿Cómo rezar en medio de las prisas y el vértigo del mundo actual?

En cualquier parte, en cualquier circunstancia se puede vivir la amistad. De una manera o de otra, depende de nosotros. Siempre es posible acudir a lo interior y encontrarse con Él. Y desde ahí, cualquier situación de la vida se puede convertir en encuentro, en presencia, en oración.
La prisa y la velocidad de la vida pueden traer dificultades concretas y aumentar la necesidad de espacios verdes interiores, pero no impiden aquello que decía Teresa de Lisieux sobre la oración: levantar la mirada, tener un impulso en el corazón...

¿Son ustedes una especie de pararrayos de Dios?

Gracias a Dios... no. No somos pararrayos de nada, pero menos aún de Dios. Y antes que cualquier otra cosa, habría que revisar la idea de Dios que subyace en esa definición, porque niega lo que es Dios: amor.

¿Cómo explicar a una chica de hoy que puede ser plenamente feliz dejándolo todo y encerrándose de por vida en un monasterio para rezar y trabajar?

A nadie hay que explicarle que lo deje todo y se encierre. En cambio, es posible ayudar a descubrir a Jesús y la presencia de Dios en la vida. Quien encuentra ese tesoro deja muchas cosas y elige otras nuevas. A partir de ahí, hay que descubrir la vocación personal de cada uno, después de haber sido alcanzado por la palabra de Jesús que llama y despierta lo mejor de cada uno.

¿No serían ustedes más productivas para Dios y para la sociedad siendo contemplativas en la acción, como dicen muchos cristianos?

Yo suelo decir que somos activas en la contemplación. La productividad de eso habría que medirla con los baremos de quien es el origen de las vocaciones en la Iglesia: Dios. Él es quien llama a cada uno para formar parte del único cuerpo que somos.
Gustavo Gutiérrez decía que la gratuidad es el clima de la eficacia. Y crear fraternidad, mostrar que es posible vivir reconciliados, generar motivos para la esperanza, además de tender la mano alrededor de muchas maneras es otra forma de ser productivos.

¿Tiene futuro la clausura española o el relevo hay que buscarlo fuera, en Africa, Asia o Latinoamérica?

Una vez más, quiero insistir en la necesidad de abandonar la palabra clausura para definir la vida contemplativa.
No sé si tenemos relevo en España. Pienso que las cosas tienen que cambiar profundamente. Que debe morir una forma concreta y renacer algo diferente, con una estructura más sencilla y guardando lo esencial, que sería la oración, la fraternidad y el trabajo. Y también creo que recuperaremos la forma de resto, que se acomoda más a la especificidad de nuestra vocación.
Lo que no creo es que tengamos que buscar fuera el relevo. En cada continente, las diferentes formas de vida eclesial tienen que nacer y crecer a su ritmo, con sus características, plenamente encarnadas. Compartir sí pero no trasplantar.
Pienso que el futuro pasa por aceptar el presente y crear desde su realidad lo que Dios nos vaya inspirando.

¿Su oración preferida?

El silencio.


He tomado la entrevista de aquí. El blog de la hermana aquí.

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